viernes, 6 de octubre de 2023

G-20, BRICS, G-7…: en busca del orden internacional perdido


La reciente cumbre del G-20, con la India (o Bharat) como anfitrión, y antes la de los BRICS, en Sudáfrica, parecerían transmitir la impresión de que se está conformando un nuevo orden internacional sobre bases distintas a las que, tras el final de la II Guerra Mundial, llevaron a Londres y a Washington a diseñar el marco en el que nos movemos desde entonces. Un marco que, fundamentalmente al servicio y beneficio de EEUU y sus aliados occidentales, viene definido en términos políticos y diplomáticos por la ONU, en el terreno económico por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y la Organización Mundial del Comercio, y por la OTAN en el campo militar. Un marco cuyos promotores y defensores insisten, con cada vez menor capacidad de convicción, que está basado en normas, valores y principios, cuando se multiplican los ejemplos que muestran abiertamente que su verdadera base es la defensa de intereses y que dichas normas pueden ser obviadas en caso necesario.

Hace ya mucho tiempo que arrastramos la sensación de que ese orden internacional está desajustado y en muchos casos resulta disfuncional para atender a los problemas y retos que nos plantea la globalización. Un orden que idealmente, según pretendió dejar fijado Kofi Annan en 2005, se debe fundamentar en tres pilares: desarrollo, seguridad y derechos humanos; de tal manera que no puede haber desarrollo sin seguridad, ni seguridad sin desarrollo, ni ninguno de los anteriores si no hay un pleno respeto de los derechos humanos para todos. Estamos muy lejos de ese punto y no parece que exista una voluntad política compartida en el seno de la comunidad internacional para reformar esas instituciones, tanto en lo que respecta a sus mandatos y sus procesos de toma de decisiones, como a su representatividad, teniendo en cuenta los cambios registrados en la relación de fuerzas políticas, económicas y militares desde el final de la Guerra Fría.

En consecuencia, el panorama resultante muestra, por un lado, a los principales beneficiarios del actual statu quo, con EEUU y sus aliados occidentales en cabeza, en una posición de resistencia a toda costa, al entender que cualquier cambio supondrá una pérdida de su peso actual y será contrario a sus intereses y privilegios. Por otro, proliferan los intentos de algunos actores emergentes, igualmente movidos por el afán de poder más que por deseos de justicia universal, por abrirse un mayor hueco en los órganos de gobernanza global o, en términos aún más ambiciosos, por crear nuevas instancias paralelas que cuestionan y compiten con las existentes.

En esta línea encajan los esfuerzos de Rusia, China y la India, con el trasfondo de lo que ahora se denomina Sur Global. En el caso de Rusia el resultado cosechado, tanto con la iniciativa nacida en 1991 para poner en marcha la Comunidad de Estados Independientes como con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, es muy exiguo, mostrando el escaso atractivo que tiene Moscú para sus vecinos y más allá, salvo en la medida en que necesiten sus hidrocarburos o sus armas y mercenarios. Por su parte, China resulta más atractivo para muchos más países y por eso Pekín ha logrado no solamente implicar a decenas de ellos en su macroproyecto de La Franja y la Ruta, sino también establecer nuevas estructuras financieras (como el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS), sin que sea posible todavía determinar si lo hace como palanca para lograr el sitio que entiende que le corresponde en las instancias internacionales ya creadas o como una verdadera alternativa que busca liderar un intento de acelerar la desdolarización y rivalizar directamente con Washington por la hegemonía mundial. También la India parece convencida de que tiene la oportunidad de jugar un papel relevante en esa misma línea y así ha querido mostrarlo en la reciente cumbre del G-20.

Pero a partir de esas apariencias, cabe recordar que los BRICS –que no tienen un tratado fundacional ni estructura institucional ni secretaría permanente ni criterios de admisión– reúne a países que difícilmente van más allá de sentirse incómodos en sus posiciones actuales en el concierto internacional. Además, no parece que exista precisamente mucha sintonía entre Nueva Delhi y Pekín para conformar un polo de referencia mundial que agrupe a ese etéreo Sur Global, cuando en realidad no sólo mantienen una muy tensa relación bilateral (que lleva a la India a identificar a China como su principal amenaza de seguridad), sino que compiten por convertirse en el líder de esa corriente alternativa. Tampoco resulta sencillo imaginar a Moscú como subordinado de Pekín, o a la diversidad de miembros del Sur Global alineándose decididamente con alguna de esas potencias emergentes, cuando calculan que pueden sacar mejor partido si simplemente se dejan querer por todos los que compiten en ese juego de liderazgo.

El renombrado economista británico Jim O'Neill, conocido por acuñar el acrónimo BRIC, ha elogiado la celebración de la cumbre del G20 por parte de la India, calificándola de una victoria diplomática sustancial para la India y el Primer Ministro Narendra Modi.

En declaraciones al corresponsal diplomático de WION, Sidhant Sibal , O'Neill, que actualmente se desempeña como asesor principal en Chatham House, reflexionó sobre la capacidad única de Nueva Delhi para fomentar relaciones sólidas tanto con las potencias occidentales como con las economías emergentes. Sin embargo, también expresó su decepción por la expansión de los BRICS y el reciente tira y afloja entre Canadá e India que amenaza con deshacer el buen trabajo de la Cumbre del G20. 

creciente proporción del PIB global que probablemente alcanzaría cada uno de los cuatro países BRIC en las próximas décadas. Y por supuesto, China, en particular, de forma similar, aunque no en la misma escala. China y la India se han vuelto mucho más grandes, aunque Brasil y Rusia han sido muy decepcionantes, especialmente desde el comienzo de la segunda década del acrónimo, hasta el punto de que su peso en el PIB mundial ha vuelto a ser el que tenía en 2001. Y Sudáfrica , si bien es un país muy interesante geopolíticamente, por supuesto, muy interesante con África, económicamente no es un país particularmente importante. Ni siquiera es el país más grande del continente africano.

Sidhant Sibal: ¿Cómo ve la expansión del grupo BRICS?

Jim O'Neill: Estoy decepcionado por varias razones, pero hay tres básicas. En primer lugar,  desde que se convirtieron en una agrupación política en 2009-2010, los líderes de los BRICS en realidad no han logrado nada. En parte debido a sus propias diferencias, que quizás discutiremos más a fondo, son particularmente ciertas, por supuesto, entre India y China, pero no parecen haber ido más allá de este simbolismo muy poderoso como grupo que no involucra a los EE. UU. y se lamenta constantemente de su falta de representación en la gobernanza global. 

La segunda razón es que no hubo  una orientación objetiva  sobre por qué, por ejemplo, en África, Etiopía y Egipto se convirtieron en miembros y Nigeria, un país que es mucho más importante desde el punto de vista estratégico, económico y demográfico, no lo fue y por qué, en América Latina, No México, sino Argentina, y parece un grupo muy destartalado de culturas que fueron elegidas en lugar de tomar caminos estratégicos reales y obvios. 

Y luego, la tercera razón es simple: si se expande cualquier grupo de países, como se ve con el G20, cuanto más se agrega, más difícil se vuelve. Así que no estoy muy seguro, salvo que haya un gran simbolismo, exactamente lo que se supone que los BRICS expandidos están tratando de lograr.

Sidhant Sibal: ¿Cómo cree que el empeoramiento de los vínculos entre India y China afectará la dinámica de los BRICS?

Jim O'Neill: Creo que en sí mismo socava cualquier cosa que los países BRICS puedan intentar lograr. Y, de hecho, como escribí la semana pasada sobre la reunión del G-20 que Modi organizó con éxito. Creo que fue un gran error diplomático del presidente Xi no asistir personalmente al G20. Sólo dos semanas después de la reunión de los BRICS, él pareció, al igual que los medios chinos, hacer enormes cantidades de propaganda sobre lo importante que era que ni siquiera tuviera la cortesía de presentarse a una reunión del G20 organizada por un país miembro de los BRICS. , y obviamente sugieren que la relación entre China e India no es buena.

Entonces, ¿cómo puede lograr algo el grupo BRICS cuando sus dos miembros más importantes no parecen estar de acuerdo en prácticamente nada de importancia mutua?  Aparte de este simbolismo, a ambos les gusta afirmar de forma independiente que son el líder del Sur Global.

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